Contrario a muchos libros de cuentos, su título no salió de una de sus historias, sino que Julián buscó uno que abarcara la naturaleza de todos ellos. Al inicio consideró llamarlo Luz negra, ese fulgor ultravioleta que no deja ver lo evidente, pero luego optó por Cámara oscura, nombre de un aparato predecesor de la fotografía que mediante el ingreso de luz proyectaba imágenes similares a una foto. «Es como una metáfora porque muestra una realidad que no es real, una especie de revelado», comenta. También lo eligió por el sentido literal del término: un cuarto sombrío donde habitan cosas malvadas, siniestras y sobrenaturales.

Una vez terminado el libro, el siguiente paso fue buscar editorial. Gracias a Juan Fernando Hincapié, autor de Mother Tongue, Gramática pura y uno de los lectores asiduos de Julián, Cámara oscura llegó a nuestras manos. Sin embargo, él ya era cercano a Rey Naranjo incluso antes de la fundación de la editorial. «Yo trabajé con John Naranjo, su director, en El Tiempo. Su escritorio quedaba justo detrás del mío y así comenzamos a hablar. Ya luego se fue para enfocarse en su proyecto editorial y tiempo después editó su primer libro, La fascinante historia de las palabras, un diccionario etimológico muy bonito que todavía conservo. Desde el inicio vi en ellos una linea editorial muy clara», recuerda.